Nació en la ciudad de Talca, (Chile) el 3 de septiembre de 1990. Vive parte de su infancia en la octava región, emigrando nuevamente a su ciudad natal, junto a su madre, a la edad de 7 años.
Cursó la enseñanza básica en la Escuela Uno San Agustín y la enseñanza media en el Instituto Superior de Comercio, donde participa en el Taller de Poesía “Sol Azul” dirigido por el poeta Bernardo González.
Actualmente estudia Derecho en la Universidad de Talca. En el año 2009 publica el poema “Canción de la Tierra ” en la Revista “Cuadernos del Maule” de la Sociedad de Escritores de Chile. Participó activamente del movimiento estudiantil del 2011.-
Barrio Seminario
Les dibuja con su témpera
Lágrimas en la cara.
A veces un perro solitario,
Amigo de mi gato,
Cruza la calle lamentándose
Porque este invierno
No florecerán los ciruelos.
Me siento despoblada
Sin las tejas de mi casa,
Indefensa sin las trancas:
Los peones de las puertas.
¿En qué rincón de la panadería
Se marchitaron los adobes?
¿Bajo qué neumático del taller
Se escondieron los adoquines?
Los borrachos se quedaron sin templo,
Los universitarios se tomaron las pensiones
Y los galpones de comida rápida
Mataron la bohemia de los bares.
Está hastiada con su nuevo vestido,
Mientras a ella le cambian la ropa
Nosotros observamos su desnudez
Atrincherados en las covachas.
El eco transparente
De mis sombras ignorantes
Se mece en el cuello
Dejando al saber
En la punta de la lengua.
Están tendidas las ideas
Bajo el ala de mi boina,
Descascarando los siglos
Silbándole alguna canción
Al iluminismo de los pajarones.
Entonces viene él,
Con su remolino de significados,
Haciendo girar cuál abanico
Las hojas del diccionario.
Es el dedo de la sentencia,
Del conocimiento presumido,
Del péndulo estancado.
Tal vez su oscilar
Me vaya borrando
O simplemente
A la “z”
Me haga mucho más pequeña.
Los Entusiastas
a Mis Compañeros Estudiantes
A los entusiastas
Nos parió la tierra
y nos crió el cemento
que sostiene la marcha.
En nuestros puños gritan
las letras proletarias,
en los pañuelos sonríe
la esperanza de los mudos
y al pavimento que pisamos
le florecen horizontes.
El ideal que nos puebla
no sabe de democracia
ni de acuerdos políticos,
pero se perfuma de conciencia
cuando lo oprimen los balines
y lo ahoga el guanaco.
Nuestro lienzo de dignidad
no conoce privilegios,
se pasea sin zapatos
por las mentes estrechas,
satisface su hambre
en nuestra lucha.
A la unidad de los cantos
le amanece la victoria,
porque hemos aprendido
a abrir los caminos,
porque somos el fuego
que libera la calle.
y nos crió el cemento
que sostiene la marcha.
En nuestros puños gritan
las letras proletarias,
en los pañuelos sonríe
la esperanza de los mudos
y al pavimento que pisamos
le florecen horizontes.
El ideal que nos puebla
no sabe de democracia
ni de acuerdos políticos,
pero se perfuma de conciencia
cuando lo oprimen los balines
y lo ahoga el guanaco.
Nuestro lienzo de dignidad
no conoce privilegios,
se pasea sin zapatos
por las mentes estrechas,
satisface su hambre
en nuestra lucha.
A la unidad de los cantos
le amanece la victoria,
porque hemos aprendido
a abrir los caminos,
porque somos el fuego
que libera la calle.
Agua
Desde la soledad vigorosa, canto.
Con la intensidad del hambre, necesito.
Extraño beber de tus frases
Para marear mis penas,
Comer de tu aroma
Y calmar mi apetito.
Mi aislamiento nativo
Se termina con tu regreso,
Aunque por cada esperanza
Nacida de una vuelta
Se marchiten de bóveda los días.
Este es un destierro de silencio,
De sentidos sin timbre,
De creatividad latente e incolora.
Construí de hielo mi infierno,
Moldeando el adiós
Como un bautismo
Por si a lo largo de tu vida
Quieres comprar indulgencias,
Esas dulces paredes de tu indiferencia
En que navegan mis faluchos…
El gesto está desierto,
Hace casi dos meses
Que ha muerto de sed.
Gramatical
Lo sorprendí inclinado en los andenes,
Alumbrando las direcciones
Con la resonancia de su oscuridad venidera.
Camina agolpándose en los papeles,
Acariciando las figuras
Para que florezcan sobre sus rostros los sonidos.
Me enlaza los dedos
Hilvanándole un muelle a las voces
Que asoman como testigos
De los espíritus mudos.
Su nombre
Nace sin lápida en los oídos,
Amanece con culpa en las frases ordinarias.
Aunque ahora se vea desteñido,
Como si su reflejo metálico no existiera,
Se da ronda entre los valles
Cual nómade de las calles ancladas,
Veloz y escaso,
Bailando en un tallo.
Silencio,
Te apagas en mi ausencia descrita.
Escorpión
De nuevo está fumando a oscuras,
Haciendo que su tristeza nicotinada
Rebote contra el vidrio e inunde el espacio.
A veces,
Se lleva una mano a la cabeza
Para secuestrar las ideas.
Otras,
Se queda desleído en las cortinas,
Ahogado en la soledad contagiosa
Del humo de los cigarros.
Su silencio
Es la universalidad de las voces,
Su ausencia
Es mi conformidad de saber que existe,
La enfermedad que habita
Cuando el dolor se empaña en la cara
Y te transforma desde los pulmones.
¿Por qué no abre las ventanas?
¿Son las penas abrasadas?
¿El sabor del alquitrán atravesando las vidas?
O ¿la metamorfosis de la ceniza?
La rutina nos encadena
A la estación de las dudas
En que los marginados son mayoría,
Donde el trazo del calendario,
Nos pinta sendero únicamente a nosotros.
Para escribir no necesito viajes,
Solo la compañía taciturna
Que me regala su aroma.
Porque mi inspiración
Son las caricias que no siente,
El aire tejiendo en su piel
Cuando camina.
La Poesía de Pascuala, como le gusta que le llamen, es intensa, con sus letras te transporta a ese instante en que nacieron esos versos.
ResponderEliminarPascuala será una gran escritora... así lo intuyo