jueves, 28 de octubre de 2010

Jorge Eduardo Eielson: "Paisaje Infinito"



Jorge Eduardo Eielson; Poeta, ensayista y dramaturgo peruano nacido en Lima en 1924. Es una de las voces más representativas de la poesía hispanoamericana. A finales de los años cuarenta viajó a París y disfrutó del extraordinario ambiente creativo francés. De allí viajó becado a Suiza para dedicarse a la escritura, y a inicios de los años cincuenta se radicó para siempre en Italia. Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones: "Canción y muerte de Rolando" en 1943, "Reinos" en 1945, "Habitación en Roma" en 1951, "Mutatis mutandis" en 1967, "El cuerpo de Giulia-no" en 1971, "Poesía escrita" en 1976, "Noche oscura del cuerpo" en 1983, "Primera muerte de María" en 1988, "Antología" en 1996, "Sin título" en 2001, y "Ceremonias" en 2001. Falleció en Milán en Marzo de 2006.

CEREMONIA SOLITARIA BAJO LA LUZ DE LA LUNA

La masturbación es un caballo blanco
Galopando entre el jardín
Y el baño de mi casa
La masturbación se aprende
Mirando y mirando la luna
Abriendo y cerrando puertas
Sin darse cuenta que la entrada y la salida
Nunca han existido
Jugando con la desesperación
Y el terciopelo negro
Mordiendo y arañando el firmamento
Levantando torres de palabras
O dirigiendo el pequeño pene oscuro
Posiblemente hacia el alba
O hacia una esfera de mármol tibio y mojado
O en el peor de los casos
Hacia una hoja de papel como ésta
Pero escribiendo tan sólo la palabra
Luna
En una esquina
Pero sobre todo
Haciendo espuma de la noche a la mañana
Incluidos sábado y domingo.


CUERPO ENAMORADO

Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora

EN EL CORAZÓN DEL OTOÑO

Este taller dorado, señora,
Si usted suelta sus cabellos,
Su corsé, sus abundantes senos,
Arderá. La Muerte vestida,
Calavera de viejo sombrero,
Con plumas de pato en la nuca,
Vendrá, si usted llora, señora,
Desnuda en el bosque, si llora.
Hermosa señora, qué viento,
Qué viejo ya el día, las flores,
La cera y el vino, sus ojos, señora.
Este taller dorado, señora, es el otoño.

CEREMONIA SOLITARIA ALREDEDOR DE UN TINTERO

Todo el mundo huye de mi corazón
Porque parece un cocodrilo. Todo el mundo dice
Que no soy un hombre sino un árbol derribado. Nadie sabe
Que entre mis ojos de niño y mi pecho cansado
Hay solamente musgo, llanto, flores indecibles,
Versos que parecen de oro puro
Y no son sino fragmentos de una estrella de papel.
No es culpa mía si estoy hecho de cristales amargos,
De irremediable ceniza y líquidos ardientes
Que se disputan mi ternura y sin cesar empujan
Dolorosas poleas, émbolos y ruedas escarlata.
Soy solamente un puñado de tierra que tropieza,
Un insolente juguete de cabellos negros
Y dientes amarillos. No es culpa mía
Si no parezco de carne y hueso, si bajo mi sombrero
Y mi pantalón gastado palpita un cielo puro,
Si todo el mundo dice que no amo a la gente
Porque me pongo una corbata y observo el firmamento,
O porque estoy hecho de sustancias aciagas,
De sonrientes materias que sollozan y sollozan
Y sollozantes materias que sonríen y sonríen.
Soy solamente un animal que escribe y se enamora,
Un laberinto de células y ácidos azules,
Una torre de palabras que nunca llega al cielo
Porque no toca ni se apoya en los luceros,
Sino en mi pobre corazón siempre en tinieblas,
Siempre en el fondo de un tintero,
Como si fuera un cocodrilo

LO QUE QUIERO DECIR

Lo que quiero decir
Es que no tengo nada que decir
Que todo lo que digo
Lo digo solamente
Solamente lo digo
Sin decir nada
Que mis palabras son fragmentos
Balbuceos de una frase oscura
Migajas de una vieja historia
Repleta de personajes
De señores y señoras que pasean
Bajo grandes cielos mudos
Sin saber que su sonrisa
Sus vestidos y sus huesos
Paseaban tranquilamente
Hace millares de años
Y seguirán paseando todavía
Millares de años más. Fragmentos
De una catástrofe celeste
De un insondable estornudo
Tan parecido al amor
Y hasta a la misma muerte
Que no distingue la arcilla
De la nada y nos sorprende cada día
Amarrados a una cama o una silla
Bajo la misma luz amarilla
El mismo miserable torbellino

lunes, 4 de octubre de 2010

Entrevista a Bernardo González Koppmann por Ivo Maldonado


Entrevista a Bernardo González Koppmann

Por Ivo Maldonado
Los Ángeles - Talca
Octubre de 2010


In Memoriam

a Sergio Hernández Romero (*)



- ¿Por dónde me aconsejas empezar tu Cantos del bastón?

- De atrás para delante, definitivamente. Lee primero Memorias del Bardo Ciego (2009), y remóntate como los guanayes el río Maule cuando subían a Puerto Perales a buscar y dejar mercadería remolcando sus lanchones legendarios. Así vas haciendo una retrospectiva de esa obra, a partir de una poesía que estimo ya decantada; viaja lento de regreso hacia formas experimentales que acosé en la búsqueda de un estilo, el cual supongo logrado cabalmente en los últimos trabajos porque me reconozco íntegro en él. Verás en el trayecto varios registros, aunque la misma temática, el mismo universo poético neorrural sobreviviendo a los acosos de esta postmodernidad que me ha tocado en suerte padecer.


- ¿Es tu hija menor la alegría en medio de la vejez?

- Todos mis hijos y amigos del alma son mi alegría cotidiana. ¿Quién te dijo que estoy viejo a los 53? Magdalena (5 años) es sin duda la ternura que condimenta la existencia; pero amo la rectitud de Pepa (30), la fortaleza de Andrés (24) y la inocencia del Juanito (18) que todos llevamos Maule adentro.


- ¿Te consideras un poeta lárico?

- Poeta nomás. Deja a los cacadémicos la dilucidación de cuestiones teóricas. En un tramo del camino me dio por hacer disquisiciones literatosas, pero hoy francamente me parecen inútiles; salvo una que otra precisión para no salirme de la huella. Para poesía nada mejor que conversar con los arrieros o las alumnas del Insuco de Talca.


- ¿Por qué y para quiénes escribes?

- Primero para mí, para resolver contradicciones subjetivas e históricas - ¿se pueden éstas separar? -, que me acosan e interpelan y exigen una síntesis que sólo he resuelto en la metáfora-símbolo. Sólo en ese lenguaje poético que fusiona los misterios del alma y del cuerpo - ¿se pueden éstos separar? -, he resuelto mis conflictos éticos y estéticos con mayor precisión, belleza y hondura que acosando impunemente a filósofos, credos religiosos y otras yerbas. La belleza me absolverá, dijo por ahí un poeta. Y adhiero a su predicado. Luego si mis textos encuentran lectores, como gracias al tao ha ocurrido, es una satisfacción adicional que se agradece pero no condiciona ni una sola de mis palabras.


- ¿Qué es la identidad maulina? ¿Existe?

- Sí, existe. Pero se ha ido enmarañando con un estilo de vida híbrido, que intenta sobrevivir al advenimiento del consumismo y la relativización de las relaciones humanas, y de éstas con el entorno natural. Creo que la clase política anda más perdida que el teniente Bello. La política no le llega ni a las canillas a la poesía. El poeta en este contexto ultraconservador con un gobierno privatizador y plutocrático como el actual debiera atinar; ser rebelde y contestatario a la cultura de la muerte, ser el desacato que a contracorriente sostenga la hermosura de ser plasmada en sus obras. Por ahí la identidad maulina podría proponer al país y al mundo algo más que buenos vinos y buenos embalses donde sólo lucran algunos elegidos. Además, urge vislumbrar un estilo de vida coherente con la naturaleza y los adelantos tecnológicos y científicos que nos permita un ocio creativo real, concreto, establecido y asumido por todos para la creación estética. Incluso urge un ritmo de vida que valore las reuniones familiares, tertulias, vagancias bajo las estrellas, silencios llenos de voces; en fin, un tiempo y un espacio donde podamos vivir en armonía con nuestros ángeles y demonios, y no como el perro y el gato. El Maule lleva un gran camino adelantado en este aspecto, por la enorme cantidad de poetas potentes que ha producido; sólo mencionemos, a modo de ejemplo, la existencia de un premio Nobel y varios y destacados premios nacionales de literatura en nuestra región para que le tomemos el peso al asunto. Pero las autoridades no cachan una; en materia de cultura pesan menos que un paquete de cabritas. Con el circo parafernálico del bicentenario y esas vainas hueras e insípidas del gobierno piñerista, sólo intentan impresionar a los incautos y turistas; pero guatean feo, porque el vecino de a pie va quedando más vacío que biblioteca pública parado en una esquina bajo la lluvia contando las chauchas para la micro.


- ¿Qué significó González Bastías en tu obra?

- Una ética. Ya del “viejo guanay” he hablado bastante en más de algún ensayo. Incluso publiqué una antología y un estudio crítico de su obra, los cuales se pueden ubicar íntegros en mi página web poesía-maule.com Ahí me explayo en su poética y en la vigencia de una obra imprescindible para entender el origen y mito de la maulinidad como fenómeno cultural. Dejemos que el lector indague solito en esas materias, si realmente le interesa.


- En un poema dices "Hay una hora que amo/ por sobre todas las horas transcurridas"; estoy citando tu poema "Cuando los pájaros se van". ¿El poeta se va, o es sólo una repetición en el tiempo?

- Curiosamente este poema está dedicado a uno de los narradores chilenos que más admiro, Juan Mihovilovich, puesto que él “voló” hacia las profundidades místicas del ser humano abandonando el mercadeo de las grandes ciudades. Si tú lees su obra te encontrarás que sus páginas están pobladas de pájaros, tal vez como un símbolo de este peregrinaje. Este poema apunta, no tanto a la muerte física del hablante como a un cambio interior de toda persona que se aleja para siempre de un lugar amado, en este caso Curepto, dónde viví una etapa hermosa de mi vida, y donde ahora mismo vive precisamente Mihovilovich. Yo parto del pueblo en 1987 y él llega en 1995. Por eso se lo dedico a él; aunque estimo que también va a partir. Todos partimos, tanto de un lugar físico como de un sentimiento o visión de mundo. Ayer mismo, para no ir tan lejos, el poeta Sergio Hernández emprendió el viaje definitivo; la delantera nomás nos lleva.


- ¿Qué le dirías a los jóvenes que escriben?

- Que es un arduo trabajo este oficio de ser poeta. Que se padece mucho antes de llevar las experiencias al papel. Que “la belleza es el primer eslabón de lo terrible”, como dijo Rilke. Que se está desamparado frente a la hoja en blanco, como al borde de un abismo. Que se escribe por necesidad de expresar visiones y relaciones ocultas que sólo captan nuestras aprensiones de marginales delirantes, apenas dotados de una voz desconocida, de un lenguaje aún inédito que clama en el desierto, y que si no vislumbráramos tales visiones nos volveríamos locos. Que hay que estar dispuesto a correr el riego de vivir en las palabras con todas las carencias al alcance de la mano, por nada, casi por nada, salvo por un largo suspiro al final de la jornada.


- ¿Cuéntanos sobre tu experiencia en el manicomio?

- ¿Cuál manicomio? ¿Vivir en un mundo esquizofrénico y baladí? Las ciudades no se adaptan a mi forma de ser, y yo jamás me voy a adaptar a una ciudad. Pero sí podría vivir en un pueblo chico, llámese Curepto o Comala o Macondo. Fíjate que yo habito en mi obra; ahí me siento pleno. Ese es mi pueblo. He ido con el tiempo creando un universo poético donde me hallo conmigo mismo, con mis obsesiones camperas, con esos rincones íntimos que no puedo olvidar, con seres entrañables que he recuperado del vacío existencial donde deambulaban, o, sencillamente, me refocilo todavía con el asombro inaudito que experimenté la primera vez que me topé a boca de jarro con el majestoso Maule: “He aquí el río”, me dijo mi padre, y quedé deslumbrado para siempre. Es hermoso asumirse poeta y no ceder a los cantos de sirenas ofertando tarjetas de crédito.


- A ratos aflora en tu poética el animal social. Creo que si alguien quisiera conocer al verdadero Bernardo debería olvidarse un poco de la idea campesina que te ronda. ¿Estás de acuerdo con esa afirmación?

- No quisiera desligarme de la idea campesina que me ronda; es mi habitat originario. Por eso admiro a Miguel Hernández, a Efraín Barquero, a Jorge González Bastías. Pero coincido plenamente con la tesina que planteas en la pregunta: soy una animal social, soy un animal político a ratos en mi poética. He escrito algunos pocos textos de poesía contingente por la premura que nos embarga, pero no es mi temple verdadero; me hallo más cómodo conversando con los espíritus del valle de cosas triviales, nimias, cotidianas. Esos planteamientos rotundos, perentorios y dogmáticos de los líderes carismáticos no van con mi forma de concebir una obra de arte. A veces he debido subirme a la tribuna porque ningún gil se atreve, por cobardía o por comodidad, a tomar la palabra; y debo asumir esas tareas, con mis pobres poemas panfletarios, que debieran abordar cabalmente los mejores cuadros de los partidos de vanguardia. No me convence la utilización de la poesía con fines prácticos. Para eso existen los manifiestos, los petitorios, las proclamas, las arengas, los discursos públicos, etc. La poesía es silencio, esencialmente silencio. Pastelero a tus pasteles, diría Violeta Parra.


- ¿Por qué elegiste la montaña como un lugar de viaje permanente? A veces siento que al poeta González le faltó un par de viajes al extranjero; haber cruzado no sólo las fronteras de la naturaleza, sino también las del hombre.

- ¿Cómo que no he ido al extranjero? ¿Ya se te olvidó cuando visitamos el país pehuenche en Butalelbún, y conocimos su mitología, el arte culinario de sus ancestros, las artesanías, sus leyendas y el mágico territorio de sus hazañas? Mira, monseñor Carlos González Cruchaga, presidente de los Conferencia Episcopal de Chile en tiempos de dictadura, gran conocedor de poesía, baste hablar de los textos de poesía política del Antiguo Testamento, en mi primera juventud me planteó la posibilidad de estudiar literatura en Madrid. Deseché la idea porque tenía una hijita recién nacida y debía trabajar para su mantenimiento. Luego, mi hermano mayor, ex cura radicado en Providence, USA, me invitó todas estas veces a estudiar un master literatoso a una prestigiosa universidad de Boston; pero debía contribuir a la crianza de nuevos hijos que natura me seguía regalando. Y he postergado dicha posibilidad indefinidamente. Para otra vez será, como dijo Pepe Cuevas. Además, francamente no me agrada el estilo de vida americano. Punto. En fin; ahora, recientemente, mi última pareja me invitó a Finlandia a tentar suerte; con ella también tuvimos una preciosa hija. Mas, estimé innecesario un viaje tan improvisado para mi poesía, para mi oficio, puesto que aún no agoto la rica tradición maulina, chilena, castellana. Además, con plata se compran huevos. Y para viajes de placer no sirvo; no tengo vocación de turista ni de consumidor. Ella sí viajó. Pero a visitar a su familia; padres, hijos, sobrinos, etc. Quizá por eso elegí la montaña; porque ahí hablo con el silencio y así las palabras se me dan un poco más honestas, más limpias, más vivas… Aunque no descarto ir a visitarte a Madrid cuando te radiques allá el próximo año, y solazarme con el idioma en su crudeza originaria. Veremos qué pasa.


- Recomiéndanos 10 libros de poesía que consideres "vitales" para apagar el "vacío" existencial, como diría tu amigo Enrique Villablanca.

- Mira; en estos libros, y otros muchos más, encontré gran poesía: Kavafis Íntegro, de Miguel Castillo Didier. El llano en llamas, de Juan Rulfo. Muertes y maravillas, de Jorge Teillier. La Compañera y Epifanías, de Efraín Barquero. Edades, de Antonio Gamoneda. Elegías de Duino, Reiner María Rilke. Trilce y Los heraldos negros, de César Vallejo. Florecillas, de Francisco de Asís. Residencia en la tierra I y II, de Pablo Neruda. Desencierro, de Juan Mihovilovich. Además deliro con la poesía china, la poesía mapuche, El Kalevala, Ezra Poud, Cervantes y un largo etcétera.


- Para los que hemos leído y releído tu obra, podemos afirmar que eres un poeta que conversas con el viento y que no te cansas de cantarle a una desconocida en un campo de lentejas y que siempre serás un aprendiz de pájaro. A propósito, dices pertenecer a la "Generación del roneo", aunque yo no te veo dentro de ninguna generación, mas bien fuera de todo lo que sea sospechoso de círculo. Como diría Teillier: "Siento que no pertenezco a ninguna parte/ que ninguna parte me pertenece". ¿Qué te motiva a escribir de tal forma y estilo?

- Bonito verso del gran lárico. Mira, Ivo; no creo en la clasificación de poetas ni por edad, ni por región, ni menos por camarillas. El poeta trasciende toda categorización, como dice mi coterráneo Naín Nómez; desborda toda teorización que quieran hacer de su obra, como si trataran de echar al Maule en una calabaza. Pero, objetivamente, sí me reconozco heredero de la tradición neorrural maucha; nieto y bisnieto de González Bastías, de Mariano Latorre (sobre todo de “Zurzulita”, porque ahí recupero el paisaje íntimo que habité en mi infancia), y fundamentalmente, sobrino directo y regalón de Efraín Barquero. Todo esto dicho lúdicamente, por supuesto. También asumo que el golpe de Estado de 1973 determinó mi vida entera. Yo desde niño desarrollé una conciencia de clases bastante bien definida; mi madre me contó en la cuna que los patrones del abuelo Carlos le robaron sus imposiciones. Además, mi ñaña me llevó a los dos años al ranchito de sus padres, y ahí vivencié la salvaje naturaleza geográfica y humana del secano costero maulino que palpas en mi escritura. (Estoy casi seguro que fue por esas experiencias infusas de mi niñez que hace un par de años atrás me hice militante comunista). Luego, siguiendo con el cuento, en la Universidad Técnica del Estado, la que después derivaría en lo que hoy es la Universidad de Talca, estudié pedagogía en historia; ahí un poeta del sur me hizo leer “Las riquezas injustas”, un texto notable y esclarecedor de Ernesto Cardenal que me dejó clarita la película. Así, por esos días formamos un pequeño colectivo y empezamos a publicar nuestros primeros versos en hojas de roneo, las que imprimíamos en la pastoral juvenil de mi ciudad. Te hablo del año 77, más o menos. Coincidentemente, en el país se daba un fenómeno similar; el arte contestatario emergía de las catacumbas, al amparo de una parroquia poblacional, en medio del apagón cultural más rotundo de la historia republicana. Eran los tiempos del auge de la teología de la liberación, antes de la visita del papa a Chile cuando vino a prestarle ropa a Pinochet. ¿Vas entendiendo? Bueno; y mi otra vertiente, además de la naturaleza y el sentido social de la poesía en mi obra, que se me estaba escapando, es el eterno femenino, la erótica, que he ido practicando humildemente desde una inocencia casi adánica hasta el sexo tántrico de los monjes chinos. Pero no te entusiasmes, muchacho; de eso hablaremos en otra oportunidad. ¿Te parece? Como vez, soy hijo de un tiempo y de un espacio; pero he intentado trascender. Por empeño no me he quedado. Ahora, si soy Maulino, de la Generación del Roneo, de la Editorial Poetas Antiiperialistas de América o Inubicalista, me importa un huevo.


- ¿Cómo es tu relación con los poetas del Maule?

- De mi relación con los poetas esenciales del terruño ya te he contado algo más arriba. Con los actuales poetas maulinos tengo una relación tajante; me agradan o me desagradan. Y se los hago saber sin anestesia. Los poetas de mis afectos con los que suelo intercambiar una que otra conversa en el Maule son Naín Nómez, Matías Rafide, Fernando Quilodrán, Alejandro Lavín, Juan Mihovilovich, Felipe Moncada - aunque es oriundo de Chiloé, vivió su infancia y adolescencia en Talca -, Edgardo Alarcón, Américo Reyes, Rodrigo Jara, Ricardo Opazo y Mario Meléndez, que por estos días está radicado en México.


- ¿Qué autores han marcado tu escritura, y cómo realizas el proceso creativo?

- Los poetas que me han dejado marcando ocupado son, coincidentemente, los que te nombré como autores de los libros que tú llamaste “vitales”. Ahora, en cuanto al proceso creativo hay mucho paño que cortar. Trataré de sintetizar. Llevo a la hoja en blanco experiencias que ya han decantado y macerado su dolor o su júbilo, con un estilo literario que he adquirido en 30 años de oficio y que tiene una personalidad y un carácter definidos. Poesía sobria, metadescriptiva, neorrural, entrañablemente humana, con referencias al entorno emotivo e íntimo de los elementos a la manera de Gastón Bachelard; en fin, una poesía que, sin petulancias, estimo madura. Autoedito desde 1981. He publicado la friolera de 15 títulos, los cuales he compilado en una obra poética llamada Cantos del bastón, de la cual he realizado dos ediciones (2002 y 2006). En la tercera edición de Cantos, en preparación, voy a incorporar los textos de Memorias del Bardo Ciego que estime necesarios; pero, a la vez, voy a eliminar 64 poemas de la edición precedente que ahora no me satisfacen a plenitud. Con los años me he puesto más exigente con mis propios textos. También creo en la reescritura; así, en mis ratos de ocio creativo me doy a la tarea de revisar y corregir poemas viejos que por algún oculto detalle intuyo que no están listos todavía, hasta que encuentro el defecto y enmiendo. Estimo que un poeta que se precie de tal debe considerar que su producción poética cada vez irá llegando a lectores más atentos y más agudos, y, por lo tanto, su responsabilidad y obra deben ser también cada vez más rigurosas.


- Has ganado muchos concursos literarios dentro del país. Alguien por ahí llegó a afirmar que eres uno de los escritores con más concursos en el cuerpo. ¿Sirven realmente? ¿Para qué?

- Creo que sirven en la medida que los tomas en su justa dimensión. Indudablemente, son un estímulo en un país donde la poesía, el arte y la cultura en general son considerados como el pariente pobre del crecimiento macroeconómico. A mí los premios me gustaron, sin duda, tanto por los montos en dinero como por el minuto de fama que vivía en los medios de comunicación local. Pero lo más importante para la literatura nunca han sido los concursos literarios, sino la escritura seria y responsable. Piensa lo que quieras; pero si me dices que los concursos son pura vanidad, no estás muy equivocado. Después de los 50 años, precisamente después que gané el Premio Stella Corvalán en Talca en el año 2004, dejé de participar en certámenes porque mi autoestima estaba alta y con mi trabajo de profesor municipalizado podía financiar mi ocio impune, como decía Alone. Últimamente, he dado cátedras de poesía en alguna universidad, he participado como jurado en concursos regionales y he participado en Santiago como evaluador en el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, por lo que ya no tengo tiempo ni ánimo para seguir participando en torneos y competencia. Me llegó el viejazo literario. Ahora disfruto mucho más la lectura, la escritura y la reescritura, y evito a brazo partido participar en recitales, charlas, ferias, ponencias y, obviamente, en concursos, porque ya no tolero que traten a los poetas como si fuéramos caballos de carrera.


- ¿Te interesa algún otro proyecto literario, una vez que concluyas Cantos del bastón?

- Ivo, el proyecto Cantos del bastón es un viaje sin fin, como la vida. Hasta el último día de mis días le seguiré echando una hojeada. Es un ente orgánico vivito y coleando Espero escribir uno que otro poema todavía que pueda incluir en él, pero lo más seguro es que muchos de los poemas ahí recogidos hasta hoy tendrán que dejar su lugar al silencio. La versión postrera de Cantos será la definitiva. En cuanto a otros proyectos, tengo dos sueños. Uno, recopilar y publicar mis prosas; llámense comentarios, crítica literaria, ensayos, entrevistas, etc., en un solo texto. Quizá este proyecto lo haga otra persona después de mi partida. No sé. Ahí veremos. El otro sueño, ¿sabes?, es escribir un libro de anécdotas. Creo tener bastantes historias sabrosas que contar.


- Los jóvenes escritores reclaman con frecuencia la falta de fondos públicos editoriales. Tu obra se encuentra mayoritariamente autoeditada. ¿Qué sucede?

- Si una editorial te pide tu obra, bien. Te entregarán el 10% de los libros publicados, y el resto para ellos. Negocio redondo. Puro negocio. ¿Y si no te llaman nunca, significa que no existes? Uno de los poetas mayores de la lírica universal contemporánea, Constantino Kavafis, nunca publicó un libro en vida. Editaba poemas sueltos en hojas de oficios multicopiadas que enviaba a sus amigos. No escribió más de 300 textos, que han dado en llamar poemas canónicos. Pero la calidad trascendió por una eternidad. ¿Cuántos libros lujosos publicados existen que no lee nadie? Creo que me explico, ¿verdad, Ivo?


- La mayoría de los creadores se fue al exilio entre los años 70 y 80; algunos por razones más que justificadas, otros aprovechando la última oferta del día. Tú, en cambio, decidiste quedarte en el mismo sitio de siempre, y publicaste Sin conciencia ninguna, en 1981, esperando me imagino el advenimiento del “hombre nuevo", o “un país sin propiedad privada/ sin elites vanguardistas ni cúpulas ni nada”. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

- Te aseguro que si me hubiesen perseguido a muerte, también apreto cueva. No tengo vocación de héroe ni mártir. Reconozco sí que fue muy duro sobrevivir a la barbarie en esos años de terror fascista. Pero, ¿sabes?, y ésta es una cuestión muy importante, nos dolió más la traición de la Concertación, formada por tantos valientes exiliados que regresaron rapidito a negociar con los esbirros patrioteros locales cuando estos ya estaban derrotados por las incontenibles protestas nacionales, a negociar, digo, con nuestros sueños y utopías, con nuestros muertos, torturados y desaparecidos, por mezquinas cuotas de poder. Sus 20 años de gobierno fueron una burla para los pobres del campo y la ciudad que esperábamos un retorno verdadero a la democracia, cosa que hasta el día de hoy (2010) no ha ocurrido; seguimos amarrados por la constitución de Pinochet. La poesía siempre acompañó la lucha de nuestro pueblo; han pasado los gobiernos de turno, pero los verdaderos poetas, como Víctor Jara, son eternos.


- Siempre he creído que el poeta González Koppmann nos privó de su talento en la narrativa. ¿Tienes algún cuento por ahí guardado que puedas compartirnos?

- Escribí dos cuentos para concursos literarios y los dos obtuvieron premios. Uno se llamó “Nununca” y el otro “Biopsia”. Pero no insistí porque me dio vergüenza ajena ser tan puto; participé sólo por la moneda, como vil maraca. Para qué te cuento lo celosa que se puso Doña Poesía… Cualquier día te los voy a mostrar por ahí, en algún barcito místico del mercado de Talca, de Los Ángeles o de Madrid. ¿Terminamos?


(*) Mientras realizábamos esta entrevista recibimos la infausta noticia

de la muerte del poeta de Chillán Sergio Hernández Romero.

domingo, 3 de octubre de 2010

Falleció el Poeta "Sergio Hernández"


(Extraído del Diario La Discusión de Chillán)


Fue promovido por un grupo de chillanejos el año 2008 al Premio Nacional de Literatura. En sus poemas le escribió a la mosca, al canceroso, a Dios, e hizo una analogía con las plantas, “que nunca han sabido quienes son / y echan flores o espinas / o atrapan insectos / ellos están ahí simplemente / como yo en mi tierra”.
Es Sergio Enrique Hernández Romero, el famoso poeta, quien ayer falleció a las 20.15 horas en el hospital de Chillán, luego de haber permanecido en el recinto asistencial durante una semana, aquejado por una enfermedad que no pudo vencer, la diabetes, que a la postre le provocó una descompensación y su muerte. “Tuvo un compromiso respiratorio”, detallaron sus familiares más cercanos, lo que finalmente  provocó el final, a los 79 años.
De acuerdo a datos entregados ayer a LA DISCUSIÓN por familiares directos del literato, había tenido un repunte en su salud, sin embargo se descompensó ayer, y finalmente dejó Chillán, el barrio bohemio de la estación de trenes que conoció en su juventud y donde se inspiró para escribir sus obras, dejó las aulas de la UBB donde los alumnos conocieron su talento, dejó ese caminar lento y mirada profunda, dejó sus libros de Baudelaire, Rimbaud, Verlaine y Mallarmé, los poetas malditos, a los que tanto quiso emular cuando recién se iniciaba en el mundo de las letras. De echo, tenía un cuadro con la imagen de Baudelaire en el living de su departamento en edificio Claudio Arrau, cuando vivía en él, al cual siempre miraba como inspiración.
Deja dos hermanos, Ángel y Marta, quienes junto a otros familiares ayer hicieron los trámites de rigor para llevarlo a la Parroquia San Vicente, donde sus restos serán velados hoy. La calle Arturo Prat se llenará de seguidores de Hernández, para despedir a un hombre sencillo, que siempre escondió su talento y que nunca se ufanó con lo mucho que había vivido y conocía.
Nació en 1931, estudió en la Escuela México y en el Liceo de Hombres, y se recibe de Profesor de Estado en Castellano en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.  Luego realiza estudios de postítulo en el Instituto de Cultura Hispánica y en la Universidad Central de Madrid. Además, fue miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua, de la Sociedad Chilena de Estudios Literarios y socio activo de la Sociedad de Escritores de Chile.  
Su producción literaria se recoge entre otros “Cantos de pan” (1959), “Registro” (1965), “Ultimas señales” (1979) y “Adivinanzas” (1998). Además escribió una notable autobiografía, “¿Quién es quién en las letras Chilenas?

SELECCIÓN DE POEMAS

Carta a Dios

Fecho esta carta aquí en la tierra,
en este pequeño espectro creado por tus manos
y olvidado por tu memoria.
Las cosas no andan nada de bien por estos lados;
los diarios siguen anunciando crímenes y suicidios,
que tú permites con esa indiferencia
que parece caracterizarte
desde el principio de los siglos.
Solo te veo, a veces,
asomado a los niños,
a quienes tu transformas poco a poco,
en turbios entes desterrados;
porque es necesario decirlo,
los más esclarecidos adultos
se entretienen aquí en forma peligrosa
jugando candorosamente
con guerras y con bombas.
Yo soy la voz que clama
y reclama en el desierto,
en este mundo en que nos martirizamos
los unos a los otros.
Yo soy el que tengo hambre
y tú no me alimentas,
ando con sed
y escondes tú las norias;
soy peregrino y no me hospedas;
desnudo estoy y no me vistes;
me encuentro en la cárcel
y tú no me visitas.
Suéltanos tu maná sobre la tierra;
destruye tú, si lo deseas,
cines, automóviles,
todo cuanto no sea sangre
en nuestras venas;
repártenos mejor
las uvas, el pan, la paz
y las estrellas.
En verdad, en verdad, te digo
yo soy el que ha pecado
y seguirá pecando mientras viva;
de carne soy
y busco yo la carne florecida.
Es por amor que muero
y por andar amando me condenan.
Despierta, gran señor, de tu letargo;
suéltanos tu maná sobre la tierra.
Yo he dicho como tú:
Hágase la luz
y emergen las tinieblas;
hágase mi alegría
y surgen las tristezas;
busco y no encuentro;
llamo y no se me abre;
entré por la puerta angosta
y di con la espaciosa senda.
Pero cosecharé uvas de los espinos
y haré estallar de abrojos, azucenas.
A ti te obedecieron los vientos y los mares;
los hombres y las bestias;
montañas y ciudades;
calma, entonces, señor,
mis tempestades:
Dime si existe algo verdadero,
si tienen sentido los armamentos,
las carreras,
los terremotos,
los incendios,
los llantos,
las miserias.
Esparce tu maná sobre mi pueblo
y haz del sol la llama verdadera,
iluminando un día
para ambos hemisferios.


Alto volantín

Alto volantín de septiembre,
pequeña llama entre las nubes,
encumbrado pétalo
de mis días celestes,
duermes aún en mi memoria

sin despertar al trompo
que bailará en mi vida
eternamente.

Pasaron otros días,
fui enredando mi juventud
a viejos libros,
mi rostro tomó la palidez de los papeles;
fui dejando mi sangre en los suburbios,
pero a ti no renuncio,
derribado volantín,
trompo doliente,
mi claro amanecer
en este anocheciendo
permanente.

Plaza

Ahora no espero a nadie,
la tibia primavera
atardece en mi plaza
y en mi tarde
las parejas que creen amarse
intercambian caricias.
Desde mi ventana
un columpio vacío
avienta mis días felices;
no diré que estoy solo,
estoy conmigo mismo, simplemente,
y para acompañarme
saco un pez luminoso
de mi acuario
y con él enciendo la noche.


Hay un niño solo

Hay un niño solo
que canta en una plaza sola
de una noche sola
y gorjea como un pájaro
tirando guijarros
a mi alma
que se extiende
en rugosos círculos concéntricos.


En mi árbol…

En mi árbol de hojas desoladas
acumula el crepúsculo
sus últimos pájaros.
Casi está aquí la noche,
ella regresa siempre
pero tal vez tú nunca vuelvas.
Dispersos por el mundo,
no volveremos a encontrarnos
y a quién preguntar por ti
si conocí mejor tus ojos
que tu nombre;
si hablaron más tus labios
que tus propias palabras.
Tu recuerdo es tan vivo
que casi no me haces falta.


Sólo en este contacto

Sólo en este contacto nos unimos
en esta mordedura nos queremos
ardemos juntos como un pequeño infierno
descubrimos el mundo en este rato
y no queremos morir
o desearíamos morir
siempre que el paraíso pudiera ser este momento
qué desatado furor de carne y fuego
fugaz como el suicidio de una estrella
magnifico temblor
cósmica entrega


Vuelo

Quien no se haya tendido
bajo un bosque de pinos
frente al mar
y entregado a la tierra
jamás sabrá nada de sí mismo
ni dónde está
y errado serán sus pasos
por bares y tabernas
porque nunca verá el sigiloso tránsito
de las constelaciones
que se desplazan fulgurantes
por los cielos altísimos
yo estoy ahora
bajo un bosque de pinos
junto al mar
como todo es Dios
yo soy Dios
y esta noche gobierno las galaxias
tendido y acodado
en una de los polos de la pequeña tierra
deslumbrante es el bellísimo paisaje de los universos
ahora los pinos han dejado de rezar
y entonan solemnes cantos gregorianos
yo estoy en Dichato (Chile)


Moscas

Las moscas juegan ajedrez
en el pobre mesón
parecieran no tener preocupación
alguna
ni grandes problemas metafísicos
pero siempre andan rondando
la muerte
y la miseria
como si Dios las hubiese creado
a nuestra imagen y semejanza


Señor...

Señor
dime si existes
te pregunto en la noche
del desamparo y la amargura
mientras mis propios demonios
me clavan
a esta cruz invisible
con los horribles martillos
de la culpa


Imagen

En mi estanque interior,
tu imagen no se borra.
Tu propio viento a veces,
riza el agua
y son también hojas tuyas
las que caen,
pero tus ojos no se deforman.
Es posible que ya nada suceda
entre nosotros.

Ahora, la tarde entera
es el estanque,
huye una gaviota
hacia otros mares
y es tu sonrisa
la que parte
y es tu mirada
la que parte,
pero tus ojos nunca se deforman.

Cuento

La brisa vespertina
viene acariciando los ciruelos
tenue
imperceptible
muda
hace llover pétalos lentos
las graves palmeras son columnas
con capiteles de abanico
catedrales inconclusas
sin incienso
sin monjes
y sin ritos
me he puesto triste
sin quererlo
para ahuyentar el llanto
les contaré a los pájaros un cuento
yo quise ser un día un tallo largo
muy robusto
y muy alto
adherido a mi tronco
hubiera ascendido al mundo
hasta los astros
quise ser el árbol más grande
de la tierra
florecido en otoño
en invierno
en estío
en primavera
tan alto habría sido
que por flores tendría
las estrellas
ahora estoy aquí
me observo
nada tengo
aquí termina
el cuento
desde todos los puntos
han corrido hacia mí
todas las penas
se me desploma el pensamiento
bajo la tierra
irremediablemente triturado
soy una débil raíz
hecha de nervio

El canceroso

El canceroso
aunque con algunos dolores
disfrutaba de sus últimos días
una inyección por la mañana
dos o tres por la tarde
algunos amigos
con sus rostros especialmente acomodados a las
circunstancias
irrumpían en su habitación
se conversaba del tiempo
de los increíbles progresos de la ciencia médica
de lo mejorado que estaba el semblante del paciente
de los proyectos de la reforma agraria
de los conflictos entre marxismo y capitalismo
de los últimos viajes espaciales
a lo que el canceroso respondía
con un discreto silencio
ya que él
a través de la ventana
observaba un ciruelo florido

Acuario

Mi infancia es un acuario inaccesible
un ebrio país de trompos y palomas
al que es preciso llegar con traje blanco
en una mañana azul
de sol volcado
yo no daría ya con los caminos
pero recuerdo algunas cosas
bandas de circo
en tardes de novena
noches de riñas y cansancios
dando conmigo en un desfondado sueño
sin contorno
cuando pasaba el regimiento
abandonaba mis juguetes rotos
y era mi corazón
todo mi cuerpo
después
vino la bruma en espirales
un día
mi madre y los guijarros
dieron un seco ruido de infinito
el tiempo frente a mí empuñó las manos
Soltó pájaros negros en mis ojos
y un trozo de sol
cayó entre los labios
La tarde es un sollozo contenido
mi infancia
es un acuario


Documento psiquiátrico

Lloro por los días que perdí
y que pasaron esquinando mi vida
lloro por los días en que no anduve como otros
con las bellas muchachas
en las cálidas tardes de verano
lloro por el posible que pude ocasionar
a los que más quise
lloro por mis sublimes
por mis involuntarios
y urgentes y perentorios crímenes
lloro por el absurdo que ha significado toda mi ternura
lanzada a los cuatro puntos cardinales
y que no tuvo eco
y que se estrelló con el odio
y la mezquindad
y la ciega roca de las pobres gentes
a quienes sin embargo amo y perdono
lloro justamente por mi inconfortable ternura
celeste anzuelo
con el que también he recogido hermosas perlas}
adheridas al fondo del fango
y del abismo

Yo soy como las plantas

Yo soy como las plantas o los árboles
que nunca han sabido quienes son
y echan flores o espinas
o atrapan insectos
ellos están ahí simplemente
como yo en mi tierra
y no les interesa ser astronautas
ni andar apretujados en los metros
o en los autobuses de las grandes urbes
por las noches
albergan a los pájaros
o contemplan humildes el universo
recibiendo amorosamente el rocío de la madrugada
cuando mueren regresan al vientre materno
para nacer de nuevo
en cualquier forma
es bueno ser planta o árbol
porque de ellos será el reino de los cielos

No hay nada que agregar

No hay nada que agregar
amigos míos
una nube
a otra nube
hacen la lluvia
una lágrima
a
otra lágrima
hacen el llanto
un pobre a otro pobre
hacen el pueblo
mi casa
mi familia
la intemperie


Vivimos los días

Vivimos los días de Ana Frank
el índice es una cruz
entre los labios
Caminar en puntillas
musitar las palabras
no encender las luces
dormitar si se puede
tender el oído hacia la noche
agujereada de disparos


Soy sólo profesor

Soy sólo profesor
poseo un traje gris
y una corbata;
no puedo tener novia
ni automóvil
ni casa.

Engaño en mi función
en forma refinada
hablo del bello mundo
y de la patria,
reviso mil cuadernos por segundo,
yo paso mi programa,
le limpio la nariz a mis alumnos
aunque nadie me paga.

Las gentes ignorantes
me escupen en la cara,
me pisan en las micros,
me denigran, me ultrajan.

Mas, viendo yo a los niños,
alumbra la mañana,
retórnanse a su sitio mis sentidos
sumérjome en mi acuario conocido.


Está bien

Está bien
está bien
todo está bien
sólo que el hambre mata niños
y en la oscura humedad
crecen los muertos
y sin embargo está bien todo
y es grato haber llorado entre cipreses
embriagarse de tiempo
refrescar con amigos y cerveza
las blancas noches de verano
anclar el corazón en algún puerto
incorporar un poco de sol
al alma que habitamos
entretejer de amor
las noches y los días
y sobre todo pensar
que aún pertenecemos
a esta pequeña parte de la muerte
que hemos llamamos vida


Me persigue Chillán

Me persigue Chillán
por todas partes,
remecida uva sol;
plácida plaza
viene conmigo desde siempre
arsenal de la patria.

Chillán es lo que tengo
y eso es bastante.
Para tan grande sed
que ando trayendo
no hay otro cántaro que valga;
para tanto cansancio acumulado
no hay otra almohada.
Chillán fue mi principio,
fue mi mañana;
lámpara verdadera
nunca se apaga.


Lluvia

¿Quién canta detrás de los cristales?
Nadie canta detrás de los cristales
Sólo la lluvia cae entre las tumbas
y los muertos
lejos de despertar
parecieran dormir
a velocidades increíbles


Sacad de este árbol

Sacad de este árbol
caído
todas las ramas
todas las hojas
Y si ha dado alguna flor
también sacadla


Gentes...

Gentes del mundo
enorme y ciega tribu
de gitanos en fuga
desarticulado archipiélago
donde el dolor aterriza
y las alegrías se remontan
es preciso que unamos nuestras islas
aunque sea con un mar
creado por nuestro propio llanto


Último deseo

Antes de dejar de respirar
antes de retirarme definitivamente de este juego
no pongan ni siquiera un Cristo entre mis manos
Pon tu sonrisa y tu mirada
y que eso sea el paraíso

Es tan profundo

Es tan profundo el sueño de la muerte
que ni clavos ardiendo
ni pétalos de nieve
pueden ya despertarlo
Es tan azul el sueño de la muerte
que ni mares ni cielos
se pueden comparar a esa oquedad celeste
Es tan plácido el sueño de la muerte
que ni un niño dormido
se iguala en su quietud
en su ausente sosiego
a esa implacable ausencia
a ese sueño morado
a ese silencio largo
al más definitivo de todos los silencios