sábado, 14 de abril de 2012

Comentario de "Cuando los árboles se olvidan del otoño" por Matías Escalera Cordero



Cuando los árboles se olvidan del otoño, poemario de Ivo Maldonado

Por Matías Escalera Cordero

Puesto en la situación de definir sucintamente la poesía de Ivo Maldonado a la luz de este Cuando los árboles se olvidan del otoño (2010), su tercer poemario publicado, tras Anamorfosis (2000) y Pequeña Antología de la Nada (2002), habría que contestar lo siguiente: la poesía de Ivo Maldonado es, en primer lugar, una poesía asertiva, propia de aquel que sabe qué quiere decir y por qué quiere decirlo, algo que no es una cuestión menor en el arte, en general, y en la poesía, en particular. Además, es una poesía lingüística y visual, a un tiempo, del que considera que el texto poético no sólo es un espacio lírico –esto es, prosódico, rítmico y conceptual–, sino también una construcción plástica, en la que ningún detalle es fruto del azar (ni el uso de las citas, ni el de las barras, ni el de la letra cursiva, las negritas o el subrayado; y menos, la disposición de los bloques de versos…) Una poesía con imágenes y recursos brillantes, del que sabe no sólo qué quiere y por qué quiere decirlo, sino que sabe también cómo decirlo: una de las condiciones esenciales del arte comprometido con el mundo, según Bertolt Brecht… Una poesía en la que, a menudo, conviven varios poemas en un solo poema, como si constituyesen una unidad compleja y diversa, a la vez, tal como se puede apreciar en este número [21] de la serie…

 Un día estuve en la Ciudad Luz
       no fue gran cosa ver la Torre Eiffel

     Los turistas asiáticos
     presionan sus flashes
  como moscas parpadeando la nostalgia
     en cinco minutos son capaces
 de alumbrar el universo

¿Qué candelabros pueden encenderse para ellos?
    Wilfred Owen

Acércate a mi primer acto
estará la radio/ la televisión
Los días serán largos/ siniestros

Acércate a mi primer acto
juvenil/ amable/ silenciosa
Recuerda que todos somos inocentes
deseándonos en el púlpito

Pero, sobre todo, es una poesía, que a pesar de su asertividad, o quizás por ello mismo, es profundamente dialógica y está llena de sentido; es decir, que nos interroga y se interroga, al tiempo que no pierde en ningún momento “el relato”; una poesía que se construye a partir del encuentro y la experiencia de la realidad real, esto es, de las causas reales de nuestra soledad, de nuestras derrotas, de nuestra indefensión y de nuestra fragilidad, pero también de las raíces reales de nuestra rabia y fuerza interior, de nuestros deseos y de nuestras esperanzas. Una poesía que nos interpela continuamente, pues contiene en sí la segunda persona (sea del singular o del plural) y en ella se cimientan formalmente muchos de sus poemas: pues es una poesía de alguien que no nos ignora, que no ignora lo otro y al otro… Que, en realidad, fundamenta en el otro y en lo otro la escritura del mundo interior que se expresa de modo tan bello y enigmático, a veces.
Una poesía, en fin, que merece la pena ser leída y recibida con suma atención y sumo respeto; con todo el respeto y la atención que su autor, por la calidad personal de que hace gala, se merece.
Consideremos, en este punto, algo que a menudo pasamos por alto, pero que, en muchas ocasiones, resulta determinante para entender aquello que nos aventuramos a leer, bien por las pistas que se nos ofrecen, o por las intenciones fallidas que expresan; son las citas iniciales con las que el autor abre su poemario; en este caso, creo, pistas esenciales para entender lo que leeremos a continuación

Los poetas están malditos pero no ciegos; ven con los ojos de los ángeles
William Carlos Williams

Estos árboles no se conforman con menos cielo
Estas piedras no se conforman bajo los pasos extranjeros
Estos rostros no se conforman más que al sol
Estos corazones sólo se conforman con la justicia
Yannis Ritsos

¿Cómo convencerá el asesinado a su asesino de que no ha de aparecérsele?
Malcolm Lowry

Y los dos últimos versos de este Cuando los árboles olvidan el otoño
Para qué perder y luego levantarse
si cuando llega el triunfo ya es tarde para empezar de nuevo

A lo que uno, como lector (“el otro”, presente), desde el otro lado (desde “lo otro”), podría bien responderle, “porque hay que hacerlo, hermano; porque hay que hacerlo…”

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